Parece mentira, pero en pleno siglo XXI, aún seguimos viendo en el día a día las prácticas machistas que prácticamente conllevan a muchas mujeres a una especie de esclavitud que de ningún modo favorece el avance de la sociedad.
Nos olvidamos con frecuencia que la especie humana tiene dos piernas: el hombre y la mujer, la mujer y el hombre.
Si una de estas piernas está impedida, el avance o es lento o, simplemente, no existe.
He tenido la ocasión de comprobar en determinado Pueblo de España cómo las mujeres deben seguir manteniendo de cara a la sociedad en la que viven una actitud irreprochable. Más por lo que puedan decir de ella- de forma maliciosa, por supuesto- al marido de turno(el esclavista), que por ética propia, que la tienen.
No, por esta vía no avanzamos.
Lástima.View image
A partir de este momento, nos encontramos ya ante una sociedad dividida en clases; enconsecuencia, la situación de la mujer hay que abordarla desde el punto de vista de laclase social a la que pertenece. Siguiendo este criterio, en el esclavismo, sólo se puedehablar de opresión de la mujer en las clases poseedoras. Para las esclavas, la
igualdad
con sus compañeros de infortunio era absoluta pues, tanto el hombre como la mujer esclavos, carecían por completo de derechos. A pesar de ser ellos los productores de lariqueza, no eran considerados como personas, sino como un instrumento de trabajo más,que pertenecían, íntegra e ilimitadamente, al esclavista. En cuanto a las mujeres de laclase esclavista, dependían totalmente de sus esposos o padres, a los que debíanobediencia ciega; no les estaba permitido participar en los asuntos públicos y su Únicaactividad consistía en organizar y dirigir el trabajo doméstico de los esclavos yengendrar hijos que pudieran heredar los bienes del padre; en realidad, jugaban el p